Una sensación
única e indescritible
Tuve la oportunidade de conocer Macchu Picchu em 1989 y sentir la magia que
este sitio nos presenta. La sensación es única e indescritible.
El origen de Machu Picchu es atribuido con cierta
certeza a Pachacútec, aguerrido mandatario, quien gobernó desde 1438 a 1471 y que se caracterizó por sus conquistas
territoriales, el desarrollo de la
religión y la espiritualidad.
Hoy día, los estudios arqueológicos apoyan la teoría de
que fue una hacienda real destinada al culto de los dioses y un desafío a los constructores del gobernante.
Macchu Picchu fue construida como refugio de
lo más selecto de la aristocracia incaica y la fortaleza fue ubicada en la
vertiente oriental de la Cordillera del Vilcanota, a unos 80 km del Cusco, la
capital del imperio.
Su estratégica situación geográfica fue elegida con
admirable acierto. Rodeada de profundos acantilados y alejada de la vista de
extraños por una enmarañada selva, la ciudadela de Machu Picchu poseía la
cualidad de tener una sola y angosta entrada, lo que permitía, en caso de un
ataque sorpresivo, ser defendida por muy pocos guerreros.
Ocupada por lo menos por tres generaciones de Incas,
la ciudadela de Machu Picchu fue abandonada en una decisión repentina y
misteriosa.
Las hipótesis más sólidas explican su desaparición de
la memoria histórica en razón de que era un lugar desconocido para las castas
inferiores y sus rutas prohibidas para cualquiera que no formara parte del
pequeño círculo del Inca.
El descubrimiento
El 24 de julio de 1911 es conocido como la fecha del
"descubrimiento" de la famosa Ciudadela inca de Machu Picchu, tesoro
arquitectónico que había permanecido oculto por más de cuatro siglos, bajo la exuberante
naturaleza del cañón del Urubamba. Este hallazgo fue hecho por el controvertido
antropólogo, historiador o, simplemente, por el explorador norteamericano,
aficionado a la arqueología, de la Universidad de Yale, profesor Hiram Bingham.
El hallazgo fue producto de una casualidad, ya que
habrían sido Enrique Palma, Gabino Sánchez y Agustín Lizárraga, los primeros en
visitar estos restos arqueológicos sobre cuyas piedras dejaron grabados sus
nombres el 14 de julio de 1901. Y porque, además, el arqueólogo inglés buscaba,
en realidad, la ciudad de Vitco, el último refugio de los incas y el último
punto de resistencia contra los españoles.
De manera que el citado descubrimiento de Bingham se
reduciría a la difusión del hecho para la ciencia. Sin embargo, para su
principal protagonista llegar a este día no fue producto del azar, sino de una
extenuante investigación basada en las informaciones proporcionadas por
campesinos del lugar, además de varios años de viajes y exploraciones por la
zona.
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